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                Relatos cortos:

 

          La que has liado Ronnie!

LA PELUQUERÍA DEL ROCK:

Dos años después de haber acabado la carrera de química en la facultad de El Hoyo, Ronnie seguía sin trabajo relacionado con lo suyo. Todo el trabajo, esfuerzo, tiempo y dinero invertido parecían haber caído en saco roto. La peluquería rock que había montado junto a su amigo Zarpas un año antes  funcionaba  muy bien, pero era un proyecto que no le satisfacía lo suficiente. Era un espacio muy cool, no había duda. Podías escuchar rock and roll a todas horas y hablar de él sin parar, pero Ronnie sentía que tenía que hacer algo más con su vida, que todos aquellos conocimientos que había adquirido a lo largo de los últimos años debían de canalizarse de algún modo.

Durante meses Ronnie no dejó de darle vueltas a la cabeza pero poco a poco fue dándose por vencido. Asumió que aquel iba a ser su futuro y que, siendo objetivo, era uno de los mejores trabajos que se podían tener en El Hoyo. No estaba nada mal. Ellos eran los dueños, sus propios jefes, la decoración era impecable, el ambiente cojonudo y tenían un buen sueldo. ¿Qué más se puede pedir? Mientras cortaban el pelo a lo Ron Wood podían escuchar a los Faces, mientras esculpían el cabello como un cohete espacial, podían mover el pie con Hound Dog, y si el cliente era un poco más glam su amiga Mayte Rock los maquillaba a lo Ziggy mientras ellos bailaban  Moonage daydream.

Poco a poco la peluquería fue haciéndose un nombre dentro del mundo de la música y ya no sólo los rockeros de la ciudad paraban por allí, si no que los grandes grupos que tocaban en el Hoyo o alrededores  no dudaban en darse el gusto de hacerles una visita. Sólo había una pega;  tanto los clientes asiduos como las estrellas que se dejaban caer por allí ocasionalmente reclamaban con insistencia un grifo de Black Star, la mejor cerveza de El Hoyo. Así que, tras una breve reunión de trabajo, Ronnie y Zarpas, decidieron que, como el cliente siempre tiene la razón, la birra no debía de faltar en la peluquería… y quien dice birra, dice Whiskey, Ron, Vodka…

Dos semanas después de transformar  la peluquería en el primer Barbersrock del estado, cierto sector de la clientela fue más allá y exigió a Ronnie que convirtiera aquel fascinante lugar en el local más rutilante del planeta. Drogas era lo que pedían esta vez.

Fue en este instante cuando Ronnie tuvo una revelación. Aquel era el momento que había estado esperando. ¿Quieren drogas? ¡pues van a tener drogas! pensó. Pero no cocaína, ni speed, ni mdma… no. Ronnie decidió poner todos sus  conocimientos de química al servicio del ocio, del rock y de la peluquería. Ronnie estaba feliz. Al fin había encontrado el sentido a todas aquellas horas de  laboratorio y a todas aquellas noches sin dormir estudiando fórmulas y más fórmulas.

Tras semanas analizando la mejor droga (o la mejor mierda, como diría Zarpas) que se podía conseguir en el Hoyo, y después de diversos ensayos con diferentes tipos de acondicionadores, mascarillas, espumas, lacas y ceras, Ronnie, vio claro su objetivo:   crear productos de peluquería que además  de sus propiedades tuvieran ciertos efectos tóxicos relacionados con el tipo de peinado. Por ejemplo;  gominas, lacas y ceras empleadas en cortes  típicamente 50’s tendrían propiedades anfetamínicas, o colorantes, decolorantes y oxidantes empleados para conseguir ciertos peinados 60’s tendrían propiedades lisérgicas.  Dicho y hecho.

La fama de la peluquería no parecía tocar techo. Los grupos de rock le dedicaban canciones, como  “Ronnie in the sky with shampoo”  de los Silver Pears , “My hair has eyes” de los Electrifying Muffings o  “Cool Cat’s Style” de los Valentino’s.  Los escritores imaginaban maravillosas historias en torno a aquel mágico lugar y los directores de cine manejaban gran cantidad de guiones desarrollados en el ambiente de la  BarbersRock del Hoyo.

Todo parecía marchar sobre ruedas para Ronnie y Zarpas; económicamente jamás habían estado mejor y socialmente poseían un estatus inimaginable apenas dos años atrás, pero pronto las cosas iban a dar un giro inesperado.  Marnie Rock, uno de los cantantes más famosos del momento contrajo una enfermedad de las catalogadas raras. Poco después, Estiletto Zoo,  guitarrista de los Spider Monkeys, también. El pánico surgió en la “comunidad cultural” porque no había día en el que uno de sus miembros no ingresara en el hospital. Las enfermedades de todos estos artistas eran extrañísimas; a unos le salían pelos azules en los sobacos, a otros manchas fosforitas con el símbolo de la paz en la piel, y a muchos se le cambiaba el color del ojo derecho  a la vez que apuntaba a Cuenca cada vez que pronunciaban las palabras rock and roll. La causa de estos males no estaba clara para la comunidad médica pero tanto Zarpas como Ronnie no tardaron en atar cabos.

–          Hostia, Ronnie, esta vez sí que la hemos cagado!

–          Mira que les dije que no se pasaran con la laca, me cago en la hostia!

–          Y ahora qué hacemos tronco?

–          Dinamitar la pelu y echar a correr tío. Ya sabía yo que el rock nos iba a joder la vida

RADIO EL CAMINO:

 Zarpas, por mediación de un antiguo compañero del colegio, consiguió una entrevista de trabajo en Radio El Camino, bautizada con este nombre, y nunca mejor dicho, en homenaje a la obra de JoséMaría Escrivá de Balaguer. La entrevista,  contra todo pronóstico, resultó muy bien, consiguiendo el  puesto que ofrecían: chico para todo y sin aspiraciones a nada.

Tras unos meses ejerciendo con maestría el trabajo de poner cafés a los tertulianos, de limpiar las cabinas, además de hacer de vigilante nocturno, Zarpas, convenció a sus superiores de que necesitaba un ayudante. Y Ronnie, ¿cómo no? fue el elegido.

Ronnie no tardó mucho en darse cuenta de que aquel trabajo ofrecía muchísimas más posibilidades de lo que parecía en un primer momento. La visión comercial de nuestro héroe asombraría al mismísimo John Davison Rockefeller. Todas las tardes Ronnie y Zarpas se quedaban solos en el local situado en  la Avenida Comandante Fidel Dávila Arrondo, una de las arterías principales de El Hoyo. Y esto tenían que aprovecharlo.

Ronnie: ¿Es que no lo ves, tronco?

Zarpas: ¿Qué tengo que ver Ronnie?

Ronnie: Esto no es un trabajo de mierda, como tú piensas. Esto es una mina. Es la oportunidad de llevar a cabo todos nuestros sueños – dijo entusiasmado.

Zarpas: Desde luego tronco, tienes que dejar las drogas que te pasa Ferroliño porque te están dejando el cerebro totalmente frito.  Esto es una broza de curre; nos pagan mal, el horario es demencial, nos tratan como criados… no, si lo único que nos falta es que un cura de estos nos dé por el culo a los dos.

Ronnie:  ¿Qué es lo que quisimos hacer toda la vida?

Zarpas: Pues… tener una agencia de management de bandas de rock. Lo que no entiendo es que tendrá que ver con esta mierda de curro.

Ronnie: Mira tío, por las tardes estamos solos con todo este material a nuestra disposición.

Zarpas: Hostia, que te veo venir…

Ronnie: Claro, serían las oficinas perfectas. Un despacho para cada uno, ordenadores, teléfono y conexión a internet “gratuitos”…además de la máquina de bebidas y una sala de proyecciones. ¡Esto es la hostia! Sólo tenemos que cambiar la placa de la entrada por la de nuestra oficina de management y empezar a funcionar. Eso sí, sólo por las tardes.

Seis meses después, la oficina de Hurricane Management, en homenaje a la canción escrita por Dylan sobre la historia del boxeador Rubin Carter, funcionaba a pleno rendimiento. Grupos de rock como The Sophistifuckers, Godfathers of Pleasure o ElectroZombies se dejaban asesorar por dos de las mentes “más privilegiadas” que El Hoyo había ofrecido al mundo. Todo marchaba sobre ruedas.

Cierto día los directivos de la emisora comunicaron a nuestros protagonistas que dos días a la semana se impartirían por las tardes unos cursos de inglés a alumnas de la escuela de negocios de la ciudad. Por un momento el rock de El Hoyo tembló.

Zarpas: Ya sabía yo que esto no era buena idea, Dios!

Ronnie: Déjame pensar.  Esto tiene que tener arreglo… no nos podemos venir abajo ahora!

Como no podía ser de otro modo, Ronnie supo encontrar una solución sencilla, eficaz y sin riesgos a aquel entuerto.  Falsificó el título de la escuela oficial de idiomas y gracias a su amiga Alicia, licenciada en filología inglesa, se enteró de una serie de cursos interesantísimos en el extranjero y no sé de cuantas cosas más relacionadas con el idioma de los Stones, las cuales Ronnie memorizó para poder largar en un momento dado. Con todo este material, Ronnie se presentó a sus superiores y se ofreció a impartir, él mismo, y sin coste adicional, aquellos cursos de inglés aplicado a no sé qué cosa.  Quizá por la situación de crisis que estaba sufriendo “El Hoyo” o quizá, simplemente por avaricia, el caso es que los directivos de Radio El Camino accedieron. Todo seguía en marcha.

Los meses iban pasando y la oficina de management funcionaba de maravilla, los grupos conseguían gran cantidad de actuaciones, entrevistas, cierto reconocimiento… pero otra cosa eran las clases de inglés. Estas eran simple y llanamente, un auténtico desastre. Pero gracias a Alicia, al encanto de Ronnie y a los músicos que se pasaban por allí, la cosa se iba manteniendo. Organizaron las clases de los viernes de un modo más informal, más distendidas. Se trataban de clases de conversación a modo de tertulia de bar, con cervecitas e hilo musical. El primer viernes resultó todo un éxito, pero el segundo fue una verdadera bacanal. El alcohol, las drogas, y el sexo se apoderaron de las instalaciones católicas. El mimísimo Satanás parecía haberse adueñado de aquel espacio influyendo en aquellos jóvenes hasta que perdían  totalmente el control sobre sí mismos. Ronnie y Zarpas creían estar viviendo un maravilloso sueño. Un sueño del que despertaron bruscamente cuando en una de estas orgías hizo acto de presencia el monseñor Victor del Portillo. Este, además de jurar en arameo y de predecirles una larga y tortuosa travesía más allá de la vida, prometió denunciar a todos y cada uno de  los allí presentes a la policía.

Ahora sí que se ponía negra la cosa. Zarpas y Ronnie pidieron disculpas una y mil veces explicando a su manera todo lo que allí había pasado. Les dijeron que la oficina de management la habían creado para recaudar fondos para los más necesitados y que lo de aquella fiesta sólo respondía a una llamada de atención de una juventud perdida buscando  alguien que les guiara.  Ronnie resultó tan convincente que Zarpas pensaba que ya se habían salvado, pero el destino les tenía preparada una buena sorpresa. El monseñor aceptó las disculpas pero les ofreció un trato; los grupos de rock deberían de hacer una gira por parroquias tocando su música pero con letras dedicadas a diferentes pasajes de la biblia si no querían que los denunciase a la policía. Algunos de los músicos tenían antecedentes y el mismo Ronnie también, por lo que  no les quedó más remedio que aceptar el trato. De este modo los Godfather’s of Pleasure pasaron a llamarse los Godbless You, los Sophistifuckers pasaron a llamarse Mistictouchers y los ElectroZombies… estos, no se sabe cómo, se escaquearon. Y las alumnas de inglés? Siguieron pagando el curso, pero a partir de aquel momento la profesora se llamó Sor Puri. Y Zarpas y Ronnie? Pues pasando el cepillo después de cada actuación.

En qué nos has convertido Ronnie?

2024 BUTTERCAT:

Ya hacía varios años que Ron trabajaba en un gran proyecto científico con el apoyo de  la famosa empresa Transgenetic Industries Inc. Se trataba de un trabajo que cambiaría para siempre la relación entre el hombre y sus mascotas.  La idea consistía en conseguir el animal de compañía perfecto, esto es, que no hubiera que alimentarle, que no hubiera que recoger sus excrementos, que no soltara pelo, que no hiciera ruidos desagradables… en definitiva, que su amo disfrutara de él  cuando quisiese y que el resto del tiempo no molestara lo más mínimo. Sería el compañero perfecto para celebrities, grandes ejecutivos y sibaritas en general. Un gran negocio, vamos.

Tras años de inmersión en el mundo de la genética, Ron llegó a la conclusión de que la mezcla entre un insecto y un felino, entre una mariposa y un gato, sería perfecta para llevar a cabo su propósito. Si conseguía que el animal resultante tuviera la propiedad de ciertas especies de mariposas que sólo se alimentan en su estado larvario y que tuviera un aspecto similar al de un gato el trabajo estaría encaminado. El proyecto Buttercat estaba en marcha.

Eran las 23:00 de una noche lluviosa de noviembre cuando Ron salía del laboratorio. Decidió ir a tomar algo al bar más cercano y relajarse un poco. Se trataba de una cervecería irlandesa de algún tipo de cadena insulsa, estéticamente cutre y cara (aunque eso era algo que en ese momento de su vida tampoco le importaba demasiado). Allí, después de unas cuantas cervezas, comenzó a hablar con una atractiva chica llamada Jane que resultó ser compañera en la empresa pero de diferente sección. Congeniaron increíblemente bien por lo que decidieron que debían volver a verse al día siguiente, y así lo hicieron durante meses.

Poco a poco, y casi sin darse cuenta, Ron se fue enamorando de aquella preciosa mujer. Deseaba saberlo todo sobre ella; de dónde era, cómo había transcurrido su infancia, cuáles eran sus inquietudes, quienes eran sus amigos, qué muebles tenía en casa, qué música escuchaba… no había tiempo que perder. Cada día después del trabajo Ron acudía sin falta a la cita con su amiga; nervioso, excitado y tan feliz como un niño. La aparición de Jane supuso en su vida una suerte de punto y aparte. Cual ángel llegado del más allá, cómo alguien venido de otro mundo se presentó en su vida para quedarse y ya nada volvería a ser igual. Eso pensaba.

El proyecto Buttercat se encontraba en un momento fantástico ya que no dejaba de evolucionar día a día y es por esto que todos los integrantes del equipo estaban entusiasmados. Los avances en el estudio de los xenotrasplantes (trasplantes de órganos animales a humanos) habían añadido un nuevo ingrediente a la investigación. ¿Y si se pudieran trasplantar ciertos órganos de la mascota a su dueño? Sin duda esto plantearía ciertos problemas  éticos, pero esta nueva relación entre el animal y su dueño, esta especie de comunión mística más allá de la vida, tenía fascinado a Ron y no había nada que pudiera detener su creación. “No se puede detener a la ciencia”, decía.

Tanto en lo profesional como en lo personal todo parecía sonreírle a nuestro héroe. Por fin el trabajo de todos aquellos años estaba dando sus frutos, por fin podría llevar a cabo su sueño y dar un paso de gigante en el mundo de la ciencia, y por fin, había conocido el amor verdadero.

Transgenetic Industries Inc anunció la salida al mercado de la mascota Buttercat con una campaña de marqueting sin precedentes, ni en El Hoyo ni en el mundo. La televisión, internet, las vallas publicitarias… todo estaba inundado de anuncios de la nueva mascota. No había nadie que no conociera ya el funcionamiento del nuevo invento. Las mascotas en estado larvario se criarían en unas naves que la compañía había instalado a las afueras de la ciudad y se entregarían a los clientes dentro de diferentes envases diseñados por el prestigioso artista Joseph McDoweld. En estos envases se debería de introducir la mascota una vez fallecida y la propia empresa se encargaría de recogerla para conservar y clasificar los órganos de la misma. Si en un futuro el cliente necesitara un trasplante sólo tendría que comunicárselo a la compañía y consultar la colección de órganos que a lo largo de los años habría acumulado de sus diferentes mascotas. Además de coleccionar los órganos también se podrían coleccionar los envases. Una maniobra comercial maestra. Pero, como no era de extrañar, asociaciones de derechos de los animales, la iglesia… así como gran cantidad de pseudo-intelectuales alzaron su voz en contra de “semejante aberración”.

Ron parecía estar al margen de todo el revuelo que había generado su obra ya que una vez finalizada la investigación había decidido centrarse única y exclusivamente en el amor. Pero, de pronto todo dio un giro inesperado.  Jane comenzaba a comportarse de un modo muy extraño, cómo nunca antes la había visto. Parecía desagradarle todo lo que hacía o decía, todo lo que antes era luz parecía convertirse en oscuridad. Un buen día lo llamó por teléfono citándolo en el mismo bar donde su relación había comenzado, hacía ya casi un año, con la excusa de que tenía que confesarle algo importante. Y así fue. Después de decirle que lo quería como nunca antes había querido a nadie, que no se hubiera podido ni imaginar que de verdad existiera en el mundo alguien tan maravilloso como él, así como todos los cumplidos y halagos imaginables para con su persona … le soltó una perla, bueno, una bomba:

“Ya sé que lo que te voy a decir pensarás que es una locura pero debes de creerme” comenzó. Ron no sabía que pensar pero no se podía imaginar lo que se le venía encima. “Hay cosas que para vosotros son sólo cuestión de tener fé o no tener fé” continuó. Cada vez se encontraba más y más confuso. “Realmente yo no soy humana. Procedo de un planeta llamado  Charade perteneciente a la constelación de Orión. Se trata de un planeta bastante más evolucionado que el vuestro, pero esta no es la cuestión”. ¡Me cago en la puta!, pensó Ronnie. “Entonces, ¿Cuál es?” le dijo. “Lo que realmente me tiene intranquila y no deja de azotarme el corazón es el hecho de que yo formo parte de un proyecto científico de mi planeta. Más bien soy el resultado de dicho proyecto. Soy el resultado de la mezcla de diferentes especies de la fauna de Charade con la que se pretendió conseguir  la mascota perfecta hace doscientos años.  Cómo te dije, en aquel planeta están ligeramente más evolucionados que aquí. El caso es que hubo una revuelta en Charade y un sector radical dentro de las nuevas mascotas han tomado el control del planeta. Algunos de nosotros hemos conseguido escapar de aquel infierno. Mi misión es avisar a los humanos  de los peligros que vuestra investigación conlleva. Traté de hacerlo pero cuando me quise dar cuenta estaba perdidamente enamorada de ti y sabía que esto supondría un obstáculo en nuestra relación por lo que, hasta hoy, no me atreví a decirte nada”.

¿Qué?, ¿Cómo te quedas Ronnie?

ADIÓS ARTE ADIÓS:

 “Eres muy benévola, mi querida amiga, en pasar por alto estos dos últimos años de mi silencio y escribirme ahora de este modo. Eres más que benévola, Margarita, al preocuparte por la supuesta enfermedad mental en la que crees que estoy inmerso. Terminas la carta con el aforismo “Quienes no sienten que una grave enfermedad les aqueja están realmente enfermos” y opinas que necesito la medicina no sólo para dominar mi mal, si no más aún, para “purificar” de algún modo mi interior. Quisiera contestarte y abrirme de tal manera que pudieras comprender cuál es el estado actual de mi persona y los motivos que me han conducido a dicho estado.

Yo tenía planes, proyectos…deseaba descifrar los jeroglíficos de una sabiduría inagotable y secreta; el arte de los antiguos (Critio y Mesiotes, Fidias y Mirón, Dioscúrides de Samos o Soso de Pérgamo), de Leonardo o M. Angel, de El Bosco o Durero, de Zurbarán o Cotán, de Van Gogh o Gauguin, de Picasso o Braque…  Recuerdo que aquel proyecto se basaba en no sé qué placer espiritual y sensual. Yo deseaba sumergirme en la atmósfera de Leonardo o Velázquez, en el mundo mágico del Bosco o en la perfección de Fidias o en el primitivismo de Gauguin. Quería desaparecer en ellos, alimentarme de ellos y hablar desde ellos con el don de su lenguaje, con el don de su arte. Pensaba recoger las frases más curiosas que hubiese conseguido juntar a través del trato con los hombres y mujeres sabios de nuestro tiempo; y a ellas quería añadir hermosas sentencias y reflexiones, de los antiguos y de los italianos, y de todas las joyas intelectuales que encontrase en los libros, manuscritos o conversaciones…Estaba sumido en una especie de embriaguez, todo me parecía una gran unidad: el mundo espiritual y el mundo material (sin necesidad de demiurgo alguno), el arte y el no arte, la soledad y la compañía.

Pero como si de un plan maquiavélico se tratase pasé de la arrogancia que todo esto provocaba en mí, a un estado de pusilanimidad e impotencia dignos del mismísimo infierno. Primero el decadentismo del lenguaje, tras el cual, vano era expresarse, y más tarde la crisis de credibilidad de la imagen, pasando por el mayor atentado al arte occidental de la historia (tal vez orquestado desde fuera , y alrededor del cual se ha generado un “Muttismo” imperdonable-¿En qué estado ha quedado el arte tras el atentado? ¿en qué se ha transformado su ámbito?, ¿de qué y de quién estamos rodeados?, ¿qué será lo siguiente y quién será el siguiente?….

La fé se encuentra sobre mí como un arco iris, dispuesta a retroceder en cuanto me disponga a acercarme a él. Mi mundo físico no ha corrido distinta suerte, he perdido la capacidad de pensar o hablar sobre ninguna cosa, lo que antes era ingenio y sabiduría se ha tornado delirio y despropósito, y hasta en la conversación familiar en la cual todos los juicios solían ser seguros y locuaces han pasado a ser dudosos y asépticos. La línea más sencilla se plantea ahora cual empresa inalcanzable. Los chillidos de la muerte, mi querida Margarita, revolotean sobre mí, el principio del fin del lenguaje, el principio del fin del arte…la muerte del artista, del comunicador. El hecho es que el lenguaje en el que se debería escribir, pensar y crear no es el latín, el castellano o el alemán, el expresionismo o el futurismo, la escultura o la pintura, la video-creación o la instalación, el credo o el Bahabadad Ghita….  es un lenguaje del cual no conozco su código y a través del cual, algún día, en la tumba, en mi pequeña tumba, rendiré cuentas a un juez desconocido.

Y por eso mi querida Margarita no tengo tiempo que perder, lo que deseo por encima de todas las cosas es descifrar ese código mágico que volverá a religarnos con el todo.Te agradezco de todo corazón tu preocupación y tu inquietud por mi persona, el hecho de que haya dejado de enviar obra a tu prestigiosa galería supongo que le habrá creado grandísimos contratiempos y sobresaltos, espero hayas podido solucionarlos y sepas comprenderme y perdonarme. Trataré de alejarme de este mundo y de iniciar una nueva vida dedicada única y exclusivamente a la búsqueda de ese código mágico por lo que os ruego, os suplico, no acudáis en mi encuentro ya que no conseguiríais más que entorpecer mi nueva misión.

Siempre tuyo: Ronnie”

Tras recibir esta carta, Margarita se reafirmó en la idea de que el principal artista de su galería había enloquecido, y tras pensarlo detenidamente, decidió no tomar acciones legales contra él por no haber cumplido la parte del contrato que este tenía con su galería. Ya tenía bastante con su locura, pensaba ella. Por su parte al enviar la carta, él creyó liberarse de un mundo atormentado, agotado y sin futuro, falso, banal y cruel. La carta sería su último contacto con este y ya nada volvería a ser igual.

Ronnie se fue a vivir a las afueras de un pueblo alemán llamado Gruft. Se fue tratando de no dejar ningún rastro que posibilitara su localización, no avisando de su paradero a ningún familiar ni amigo. Durante años vivió cual anacoreta dedicado a sí mismo y a su comunión con la naturaleza tratando de encontrar ese lenguaje superior que le haría comunicarse con Dios. En la observación de la naturaleza encontró un gran aliado para su empresa. Todo le llamaba la atención, cualquier insignificante insecto parecía querer decirle algo. Todo formaba parte de un complejo entrelazado de signos que conformarían ese nuevo lenguaje. Poco a poco el comportamiento de Ronnie fue enrareciéndose. Cuanto más convencido estaba de empezar a comprender ese lenguaje mágico tanto más delirantes parecían sus actos. Creyó llegar a poseer ciertos poderes curativos debido al trasvase de conocimiento que Dios estaba efectuando sobre él por medio de ese lenguaje que Ronnie creía comenzar a entender. Así un día trataba de curar a un invidente del pueblo con friegas de kétchup y pimienta en los ojos u otro realizaba tratamientos de fertilidad con hoola hoops.

En Gruft no tardó en correr el rumor de que un estrafalario y enloquecido personaje vivía en las montañas, lo que hizo que gran cantidad de adolescentes se acercaran para comprobar en directo las peripecias de Ronnie. Los chavales no daban crédito de las locuras de aquel extraño individuo que hablaba de un modo incomprensible y que vestía de un modo extravagante, así que no tardaron en grabarlo en plena acción y subir los videos a la red. Aquellos videos pronto se convirtieron en los más vistos de aquella temporada.

Un buen día un estudiante de arte de la facultad de El Hoyo reconoció en uno de estos videos al famoso artista Ronnie Cuchillo, comunicándoselo a todos sus compañeros de inmediato. La comunidad artística no tardó prácticamente nada en hacerse eco de estos documentos creyendo que se trataba de una nueva propuesta artística del genio de El Hoyo D.F. Gran cantidad de revistas especializadas dedicaron grandes espacios al análisis de esta nueva propuesta artística coincidiendo todas ellas en lo arriesgado, sugerente e interesante de la misma. La vuelta al primitivismo parecía ser una crítica al estado actual de las cosas, la invención de un nuevo lenguaje una renuncia al pasado y una mano tendida hacia el futuro, lo cual se podía comprobar además en el empleo de las nuevas tecnologías para dar a conocer su nueva propuesta. El haber provocado que unas segundas personas fueran las que difundieran el documento sin tener aparentemente él tener nada que ver también parecía abrir nuevos caminos en ese complejo mundo del arte. No había duda nos encontrábamos ante una propuesta revolucionaría que indicaría el camino de un nuevo mundo creativo.

Ronnie, ajeno a todo aquel revuelo, seguía solitario en su cabaña de los montes de Gruft tratando de comprender a Dios y de descifrar su lenguaje.

¡Run Ronnie Run! ¡Que el artisteo te persigue!

AL COMIENZO DEL PELIGRO:

A los catorce años, Ronnie y Zarpas (en aquella época todavía era conocido como José Antonio), comenzaron a interesarse por el rock and roll. Lo hicieron  después de ver en casa de los padres de su amigo “el Canadiense” un viejo video BETA que contenía una endemoniada actuación de Jimi Hendrix. Jamás habían visto nada igual, de hecho no se podían ni imaginar que existiera un mundo más allá de su monopatín y su balón, y menos tan salvaje y excitante. ¡Vaya si lo había! No tardaron mucho en convencer a sus padres de que la música lo era todo para ellos y que no serían capaces de vivir por mucho más tiempo sin una guitarra eléctrica. Zarpas, cómo era más conservador y más vago, se decantó por el bajo ya que pensó que con cuatro cuerdas ya tenía suficiente para empezar.

Al cabo de unos cuatro o cinco meses aquellos chirriantes y caóticos sonidos del primer día dieron paso a chirriantes y caóticos sonidos que comenzaban a parecerse a alguna canción. Sobre todo cuando antes te ponían sobre aviso de cuál era el tema en cuestión. A los ocho meses reclutaron a una amiga del barrio, Natalia Fender (una chica muy guapa que tenía una guitarra fender. Estos eran motivos más que suficientes para incluirla en el grupo, aunque de batería, por supuesto) y formaron su primera banda: Godfathers of Pleasure. Un nombre con pegada es lo que necesita una buena banda con actitud y Ronnie y Zarpas de eso iban sobrados.

Dos meses después, viendo que ya estaban preparados para dar el gran salto al estrellato decidieron que lo que les hacía falta era un manager. Necesitaban a alguien solvente, con carácter, capaz y con iniciativa, que supiera desenvolverse bien dentro de la burocracia del rock. Y no había nadie mejor en el Hoyo que Montoto, el hermano mayor de Zarpas.

Montoto era conocido y respetado en toda la ciudad, tenía solvencia económica (ya que su negocio de venta de hachís iba viento en popa) y sabía quién era Brian Jones.  Él era la persona ideal, no había duda.

Tras su primera reunión sacaron varias cosas en claro: no había que parecer peligrosos, había que serlo. El público no quiere a impostores, quiere a gente peligrosa de verdad que viva al límite lejos de lo convencional. A los dos días Zarpas se convirtió en un fumador empedernido, Ronnie en un bebedor de Jack Daniel’s nato y Natalia… bueno, ella estaba muy ocupada estudiando. Sólo era rockera de fin de semana. Pero, ¡qué coño! ¡tenía una Fender!

Montoto, cual Kim Fowley, les dijo que debían de actuar en menos de un mes ya que, según él, aquel era el momento propicio para dar la campanada. No había tiempo que perder. Había que buscar un local donde hacer la presentación. Tras recorrer todos los locales de la ciudad con una cinta de cassette de la grabación de uno de sus ensayos y no conseguir apoyo ninguno, los Godfathers of Pleasure se vinieron abajo.  Pero es en estos momentos donde se aprecia las cualidades de un verdadero manager. Porque un manager además de ser un buen comercial debe de ser sicólogo y confidente, y Montoto, lo era. Consiguió levantarles la moral diciendo que ahora ya tenían un objetivo a corto plazo, que debían demostrarle al enemigo que se habían equivocado, que ellos serían la próxima sensación y que en un futuro tendrían, incluso, que invitarles a birras.

Tenían que ser creativos y buscar una alternativa. Tras deliberar durante el tiempo que dura un kalimotxo decidieron que el sitio ideal sería el salón de la casa de los padres de Ronnie. Sería algo así como el concierto de The Beatles en la azotea. Algo innovador, rompedor y trasgresor. Algo de lo que se hablara durante años. Teniendo en cuenta  que  los padres de Ronnie vivían en un segundo piso de un céntrico piso de El Hoyo, la cosa sí que parecía tener una gran carga de peligro y trasgresión. Sin duda se hablaría del tema.

El sábado ocho de julio fue el día señalado para llevar a cabo el evento ya que los padres de Ronnie se encontrarían, muy probablemente, pasando el día en la playa. Hicieron gran cantidad de posters y flyers aprovechando que la madre de Natalia trabajaba en una copistería, y empapelaron la ciudad.  Se lo pasaron en grande haciéndolo ya que por cada quince carteles que colocaban se bebían ocho cervezas y se fumaban veinte pitillos. ¡Eso era rock del bueno!

Ya había llegado el día y todo parecía marchar sobre lo previsto. Eran las cuatro de la tarde cuando Zarpas, Natalia y Ronnie se encontraban haciendo sitio en el salón para poder montar todo el equipo. De repente alguien llamó al telefonillo. Era Montoto con algo de gente. Cuando este atravesó la puerta del recibidor no parecía ser poseedor de muy buenas noticias. “Chavales, tenemos un problema” dijo.  En los carteles no aparecía correctamente la fecha (algo que años más tarde se darían cuenta que pasa muy a menudo) y no había expectativas de que fuera a haber un sold out. De nuevo los Godfathers of Pleasure se desmoronaron. La rabia y la impotencia se apoderaron de ellos y empezaron a echarse la culpa los unos a los otros. Gracias a Dios Montoto se encontraba allí con sus chavales y volvió a ejercer de manager-sicólogo-niñera consiguiendo, no sé cómo, hacer de aquella fatalidad un buen comienzo. La vida es bella.

Eran las seis de la tarde cuando todo estaba dispuesto para dar comienzo el espectáculo. Los Godfather of Pleasure se encontraban ante doce personas pero como si se tratase de doce mil. Ellos se presentaban ante el mundo y eso era lo importante. En vivo y en directo desde el segundo piso del número ochenta y cuatro de la calle Teodoro Lupi, desde el Hoyo para el mundo, con todos ustedes Godfathers of pleasure!!.

La banda salió al salón del piso sin dejar pasar ningún detalle por alto. Las vestimentas recordaban a unos primeros New York Dolls, las poses a Kiss y los speech entre canción y canción a James Brown. El  sonido era más crudo que el más crudo de los discos editados por Crypt Records pero la energía que desprendían los muchachos parecía anunciar algo grande. Cuando apenas llevaban tocadas cuatro canciones algo interrumpió el show. Un pitido constante parecía salir de alguna parte de la casa. Era el timbre de la puerta que no dejaba de sonar. En plena excitación Ronnie paró la actuación haciendo parecer que aquello formaba parte del espectáculo, algo muy complicado pues se trataba de la vecina del primero quejándose por el ruido. Muy amablemente Ronnie le dijo que bajaría el volumen sin problema pero en cuanto cerró la puerta y se acercó al micro gritó como un energúmeno “Are you ready to fuckin’ Rock n’ roll?” y la “multitud” enloquecida comenzó a berrear. Dos temas más tarde su vecina volvió a subir, esta vez ligeramente más cabreada, pidiéndole por favor que bajara el volumen porque su hija estaba preparando un examen importantísimo de la universidad y que de aquel modo era imposible estudiar. Ronnie le rogó que lo perdonara disculpándose diciendo que con la adrenalina del directo no había podido controlarse y que en aquel mismo instante bajarían el volumen. Una vez hubo cerrado la puerta, este se bajó los pantalones y entró en el salón como una exhalación tocando el riff de Johnny be Good a lo que el público allí presente respondió con gritos y vitores.

El concierto, aunque accidentado, resultó todo un éxito. Una vez finalizado el show  Montoto y sus colegas no dejaron de felicitar a la banda y de invitarles a cervezas que habían traído para la ocasión.

Una hora después los asistentes aún seguían en el piso bebiendo, fumando y algunos follando en alguna de las habitaciones de la casa cuando de nuevo volvió a sonar el timbre. Ronnie se acercó a la puerta completamente borracho dispuesto a meterle un grito a la vecina pero cuando abrió la puerta su sorpresa fue mayúscula;  no se trataba de aquella molesta habitante del primer piso si no de un señor agente acompañado por su señor padre. Los aires de estrella del rock and roll no tardaron en convertirse en vergüenza adolescente y en miedo por la vida. Ronnie tuvo que desalojar lo más rápido posible el piso para acto seguido ir a pedirle disculpas a la vecina. Nuestro rockero no sabía dónde meterse pero supo muy bien trasformar su verborrea macarra en dulces palabras angelicales. La interpretación tampoco se le daba mal aunque en aquel momento le temblaba ligeramente la voz. Una vez pasado por aquel trámite Ronnie pensó que ya estaba todo hecho, pero se equivocaba. Su padre lo metió en el coche y arrancó hacía la playa donde se encontraba el resto de la familia, pero en un momento dado se desvió del camino dirigiéndose hacia el monte. En ese instante a Ronnie le empezaron a temblar las piernas, a caérsele las lágrimas y a ocurrírsele todo tipo de ideas maquiavélicas. Estaba perdido, pensó. Su padre había enloquecido, no había duda. Lo mataría. Cuando hubieron llegado a un descampado lo hizo bajar del coche para después mostrarle un cubo que llevaba en el maletero e indicarle los pasos a seguir para que el coche quedara reluciente. Durante las dos horas siguientes aquella primigenia estrella del rock and roll se convirtió en el lavacoches más agradecido del mundo.

Bueno Ronnie, ¿quién te dice a ti que la carrera de Hendrix no empezó de peor modo? Nunca se sabe.

DE EL DUELO AL BAILE DEL JUSTICIERO:

El calor era insoportable en la ciudad de El Hoyo cuando la hora señalada se acercaba. Era la enésima vez que alguien se batía en duelo por el amor de Guadalupe Vegas pero el nombre del vencedor siempre era el mismo, Látigo Valdés. El hechizo que este malvado cuatrero ejercía sobre la bella Lupita duraba ya varios años gracias a la ayuda de un provecto brujo local.

Nada hacía presagiar que el resultado de este nuevo enfrentamiento fuese a ser diferente, pero el nuevo adversario era especial. Era Ronnie Cuchillo.

La hora había llegado y Látigo Valdés se mostraba seguro y sonriente, altivo y desafiante. Ronnie Cuchillo, por el contrario, parecía preocupado aunque creía contar con el antídoto para deshacer el hechizo: un disparo al corazón con “el cuerno de chivo” de un enamorado.

La cuenta atrás se hizo eterna mientras la ciudad al completo enmudecía con los corazones  pesados y  agarrotados.  De pronto el sonido ensordecedor de los disparos inundó la avenida principal para, instantes después, vislumbrarse la silueta de Látigo Valdés desmoronarse ante la incredulidad del público. Ronnie había conseguido deshacer el hechizo, pero ahora quedaba una nueva empresa que llevar a cabo: conquistar el corazón de su amada. Para llevar a buen  término la tarea pensó que nada mejor que organizar un baile: el baile del justiciero.

Ronnie había oído hablar  maravillas de una banda de surf instrumental que a orillas del Lérez había conseguido crear una música hipnótica y cautivadora como nunca antes se había escuchado. El baile debía de ser perfecto y ellos tenían que ser la banda. Su nombre era: Pedrito Diablo & Los Cadáveras.

Todo estaba listo para el baile y Ronnie listo para declararse. Era un marco excelente para que una gran historia de amor diera comienzo…  pero algo inesperado sucedió: cuando el sol se disponía a recogerse y la luna reivindicaba su lugar, apareció la banda sobre un escenario móvil recorriendo las calles del Hoyo hipnotizando a todo los habitantes de la ciudad y, como si de el flautista de Hamelín se tratase, estos siguieron la estela dorada que la banda dejaba a su paso hasta un misterioso lugar llamado Mogambo.

Allí el baile fue baile pero lo que debía de haber sido la celebración de la liberación de Guadalupe y el marco ideal para el cortejo de nuestro héroe,  se convirtió en una orgía de rock and roll, peligro y desenfreno.  Ronnie nunca acertó a dirigirse a Guadalupe y esta no encontró a su príncipe azul pero hoy es el día que siguen bailando enloquecidos al son de Pedrito Diablo & Los Cadáveras. ¡¡No siempre se gana Ronnie!!

EL RAPTO: DESGRACIADOS Y CABALLEROS:

La situación económica de Ronnie y su amigo Zarpas era peor que nunca. En la nevera sólo quedaban restos de lo que algún día fue algo comestible junto con alguna litrona empezada y sin gas, resto de la última fiesta celebrada en su piso, hacía, por lo menos, varios meses. No tenían ningún ingreso regular y las cosas no tenían pinta de mejorar, ni a corto ni a largo plazo, por lo que el ingenio debía de agudizarse o estaban perdidos. Pronto fueron surgiendo grandiosas ideas que tenían como objetivo solucionar el entuerto pero que lo único que conseguían era provocarles la risa, ¡qué risas! pero las risas poco a poco dejaron paso a la desesperación y al desasosiego, y lo que inicialmente parecían ideas descabelladas se convirtieron en verdaderas alternativas de futuro.

David Belafonte era un cantante de éxito que llevaba casi dos décadas coleccionando números uno en las listas de ventas. Sus canciones formaron parte de la banda sonora de la adolescencia de Ronnie y Zarpas (muy a su pesar) así como de la gran mayoría de los miembros de su generación. Les parecía un ser abominable, producto de una sociedad enferma  y culpable de muchos de los nuevos trastornos posmodernos, así que cuando se enteraron de que vendría de vacaciones al Hoyo junto con su familia, la solución a sus problemas se les presentó como en bandeja de plata: secuestrar a alguno de sus hijos adolescentes y pedir un rescate. No podía ser difícil, y además, él era un canalla. Se lo merecía. ¡Qué se joda! pensaron. Por fin una luz al final del túnel.

Tras vigilar a la familia Belafonte durante varios días nuestros protagonistas decidieron que el mejor sitio donde llevar a cabo su plan era la playa de Holland, un paraje paradisíaco que por las mañanas no estaba demasiado transitado y que las hijas de David Belafonte solían visitar.  Eran las 09:00 de la mañana y Ronnie y Zarpas daban los últimos retoques al plan magistral para el cual sólo necesitaban un poco de cinta americana, un saco de patatas y dos pasamontañas. Una inversión mínima para una recompensa millonaria. A las 10:00 nuestros protagonistas ya se encontraban agazapados tras el puesto de socorro, tan nerviosos como decididos, pero no fue hasta las 11:30 cuando Sofía y Lara (esos eran los nombres de las hijas de su odiado cantante pop) hicieron acto de presencia y fue, poco después, cuando una de ellas se acercó a los servicio instalados en uno de los laterales de la playa, cuando el plan se ejecutó sin ningún problema. El azar hizo que la víctima elegida fuese Sofía Belafonte, una preciosa chica de unos veinte años estudiante de publicidad.

El secuestro duraba ya siete días tras los cuales los raptores no dieron ninguna pista del paradero de la chica ni de cuales eran sus intenciones por lo que la rumorología campaba a sus anchas en los medios de comunicación. Durante estos días sólo le ofrecieron bocadillos de mortadela para comer y agua para beber, lo cual parecía ser parte de algún tipo tortura maquiavélica a la que iba a ser sometida, pero pronto, Sofía se dio cuenta de que ellos se alimentaban exactamente igual. Eran unos desgraciados y punto. Ronnie pensó que estaría bien mostrarse un poco violentos para darle credibilidad a la situación y que no se pensara la chica que no iba en serio la cosa. Decidieron ponerle a todo volumen alguna de las canciones de su padre que supuestamente les había amargado la adolescencia en contraposición con alguna de las canciones que, según ellos, “se la ponía dura” a los chavales de su generación, al mismo tiempo que gritaban por un micro consignas a favor del rock y en detrimento del pop. Ellos iban a vengar a una generación a la vez que ponían punto y final a sus problemas. Así, tras “Esclavo de tu amor” sonó “Raining Blood” de Slayer, tras “Corazón roto” sonó “Anarchy in the Uk” de Los Sex Pistols, tras “El boom de tus caderas” sonó  “Sympathy for the Devil” de Los Stones… pero todo cambió cuando nuestros héroes se dieron cuenta de que Sofía se sabía gran parte de  las letras de los grupos que a ellos le gustaban, ¡incluso se sabía las de Brujería!. ¡Dios! ¡esto lo cambiaba todo!. Ella era una víctima de este sistema cruel. ¡Vivió veinte años en el sótano del pop!…en el seno de los Frietzels de la música y había conseguido mantener su integridad y recitar “Matando Güeros” de carrerilla. Era una supervivente del rock, una heroína, no había duda.

Tras deliberar el tiempo que dura una cerveza decidieron que debían liberar a Sofía lo antes posible. Podía ser que su padre se mereciera tal castigo, pero ella, desde luego, ya había sufrido suficiente tortura a lo largo de su vida.  Entre los dos juntaron a duras penas algo de dinero para que Sofía  pudiese coger un taxi o hacer una llamada tras liberarla en el centro de El Hoyo. Desgraciados pero caballeros.

Después de todo, el plan maestro para resolver su situación económica no resultó todo lo bien que hubiesen deseado. ¡Hay que seguir pensando Ronnie!.

EVANGELIO SEGÚN SAN RONNIE:

 

Corría el año 1995 cuando  Alexia Lake entabló contacto por primera vez con Mensah, un conocido anticuario egipcio, en El Cairo. Fue en un viaje organizado por la Universidad de Clark en la que trabajaba, con la finalidad de estudiar in situ algunas piezas escultóricas pertenecientes al Imperio Medio recién halladas por el gobierno egipcio. Mensah, informado de la presencia en la ciudad de la comitiva norteamericana, se apresuró a presentarse en el hotel donde esta se alojaba con un pequeño muestrario de su colección de antigüedades, la cual, pensaba que podría interesar a los profesores americanos y hacer negocio. En ese primer contacto la imagen que los componentes de la expedición se llevaron del anticuario egipcio no fue excesivamente buena, por lo que no le prestaron demasiada atención y, en cuanto pudieron, se deshicieron de él. Alexia, al igual que sus compañeros, también pensaba que era un comerciante de baratijas charlatán, pero  tenía un buen presentimiento acerca de él. Además, no parecía ser mala persona, así que, se guió por su instinto y  le hizo entrega de su tarjeta invitándolo a quedar dos días después. Y eso hiciéron.

Durante años Alexia y Mensah mantuvieron el contacto, llegando a convertirse en buenos amigos y, aunque los objetos que él no dejaba de presentarle  carecían de valor alguno, quedaban muy bien en el despacho de la facultad. Él siempre pensó que los objetos que Alexia le compraba eran de gran interés científico… pero ella jamás le sacó de su error. Pero fue en el año 2006 cuando uno de las “reliquias” que Mensah le mostró llamó fuertemente su atención. Se trataba de un manuscrito de unas treinta páginas escrito en arameo y en el cual se repetían tres nombres: Ron, Judas y Jesús. A Alexia le despertó la curiosidad y se lo mostró a un compañero suyo de la facultad experto en lenguas semíticas y este, tras examinarlo con detenimiento, creyó encontrarse ante uno de los hallazgos más importantes de los últimos tiempos: el famoso evangelio del apóstol perdido, el evangelio según Ronaldo. Tras  realizarle diversas pruebas (carbono 14… ) el texto resultó haber sido escrito sobre el año 300 D.C. Sin duda se encontraban ante un gran descubrimiento. Se trataría por tanto de una copia del evangelio original de Ronaldo.

Cinco años después del hallazgo terminaron los trabajos de restauración y traducción del pergamino,  no pudiendo ser los resultados más sorprendentes. En él se narra la historia de Jesús de Nazaret desde una perspectiva completamente diferente a la oficial, dando especial protagonismo a un personaje prácticamente obviado en el resto de evangelios, Ronaldo de Galilaia y a su relación con Judas y Jesús.

Según este evangelio Ronaldo era un joven, activo y entusiasta discípulo de Jesús  de una gran belleza tanto emocional como física con un don de gentes envidiable,  lo que le convirtió en una figura destacada dentro del círculo de personas que giraban en torno al  hijo de Dios. Cada vez Jesús pasaba más tiempo con su joven discípulo llegando a tener una relación muy estrecha con este, prácticamente intima. Ronaldo parecía estar llamado a ser el continuador de la obra de Jesús y poner los pilares de lo que en un futuro sería la iglesia cristiana.  Y todo hubiera sido de este modo si los celos no se hubiesen cruzado en su camino. Judas, enamorado enloquecidamente de Jesús no podía soportar que un niño ocupara el sitio que él creía merecerse. ¿Cómo podía ser que el hijo de Dios sintiera algo por aquel mocoso inberbe? ¿cómo podía ser que Jesús sintiera algo por aquel niño? ¿cómo podía ser que el señor delegara el peso del futuro de la humanidad sobre aquel insignificante adolescente? Judas, preso de la envidia, de los celos y de la ira traicionó al señor y lo entregó a los romanos. Ronnie consiguió escapar comenzando un largo viaje que lo llevaría a un lugar llamado Foraminis, en la zona de lo que hoy se conoce como EL Hoyo.

 

LA CONJURA POPERO MASÓNICA:

 

El descontento ante la situación económica, política y social en El Hoyo era generalizado y  la cosa no hacía más que empeorar. La clase política no parecía estar a la altura de las circunstancias y el futuro no se vislumbraba por ninguna parte. No Future.

El catorce de noviembre, tras una serie de medidas que supusieron numerosos recortes sociales y dentro del contexto de la campaña electoral de unas elecciones municipales, la ciudadanía, de un modo espontáneo, decide tomar la calle y hacer oír su voz. Las protestas tienen lugar por todo el estado de un modo continuado. Un clima de esperanza parece florecer en El Hoyo ya que, si la unión hace la fuerza, estas muestras de voluntad de cambio por parte del pueblo hacían creer que un nuevo orden de las cosas era posible. A este movimiento se le llamó 14-N.

El movimiento se organizaba en asambleas y estaba compuesto tanto por diferentes colectivos como por personas individuales de diferentes estratos sociales que lo único que tenían en común era el gran descontento que sentían hacia  el sistema. Por esto, la realización de un manifiesto llevó más tiempo del esperado.

Ronnie Cuchillo acudió el quinto día de las movilizaciones a la plaza de La Luna, el lugar elegido por el movimiento para reunirse, para ver qué ambiente se respiraba y si era cierto todo lo que se comentaba en las noticias. Ronnie comprobó in situ que lo que se describía en la televisión era totalmente cierto. Al igual que en las acampadas de el 0’7% y la sentada en la universidad en protesta por el horario de cierre de la cafetería, este era un sitio estupendo para ligar, así que ni corto ni perezoso volvió a casa a por todo lo necesario para pasar unos días al fresco. Nuestro héroe llamó a su compinche “el Zarpas” para proponerle la aventura y ambos se pusieron manos a la obra.

Tras un par de vueltas por el recinto tomaron la decisión de instalarse en el centro del meollo, justo al lado de unas guapísimas chicas muy puestas en todo aquello de la política, la crisis y tal. Durante dos días no dejaron de revolotear alrededor de ellas, pero estas estaban tan comprometidas con la causa que no acertaron a adivinar las intenciones de aquellos dos muchachos. Ronnie, un estadista en potencia apasionado por las chicas y el rock, decidió que debían de replantear la estrategia; tenían que proyectar la imagen de personas indignadas con el sistema, ¿qué indignadas?  ¡Jodidas! ¡desesperadas!  ¡comprometidas con la causa! De este modo ellas se fijarían en ellos y bajo el tupido manto revolucionario podría surgir el amor. Había sucedido otras veces. ¿Por qué no iba a ser esta otra igual? Él ya se veía a sí mismo haciendo el amor escuchando a los Doors en aquellas Jaimas instaladas en el centro de la ciudad. Baby light my fire!

Ronnie participó en todos los debates, charlas y coloquios que se le pusieron a tiro y no tardó en ser el personaje referente de los mismos (Zarpas andaba un poco más despistado en aquel extraño mundo). Su facilidad de palabra y don de gentes le ayudaron a llevar a cabo su plan con soltura.  Disfrutaba tanto con el proceso que pronto se olvidó de aquellas primeras chicas, ya que desde la posición en la que se encontraba en ese momento dentro del movimiento las posibilidades se multiplicaban por mil, ¿qué digo por mil? ¡por un millón!.

Las elecciones generales no tardarían en convocarse y el movimiento debía de concretar sus propuestas y aprovechar los tiempos. Por votación popular decidieron que se constituirían como partido político y que se presentarían a las elecciones. Sólo les faltaba elegir al candidato. Y cómo no, Ronnie fue elegido.

Se propusieron diferentes nombres para esta nueva formación política pero el que recibió más votos fue el sugerido por Ronnie: D.I.O  (Democratas Indignados Organizados).  ¡Mucha gracia le hacía el nombre!

Dentro de este nuevo partido jamás pensaron que fueran a ganar las elecciones, simplemente pensaban en conseguir los suficientes apoyos para poder hacer oír su voz en el parlamento, pero el grado de descontento con el resto de partido políticos y, sólo sabe Dios qué conjunción estelar, hizo que D.I.O. ganara por mayoría absoluta con una diferencia de escándalo. Un auténtico varapalo para los dos grandes partidos dominantes hasta el momento y una sorpresa mayúscula para la comunidad internacional. Una nueva etapa de esperanza comenzaba en El Hoyo, un ciudadano de a pié conocedor de los problemas reales de la gente había conseguido acceder al poder. Y no se trataba de un ciudadano cualquiera, ¡era Ronnie Cuchillo!

Ronnie se rodeó de un muy buen equipo de asesores gracias a los cuales formó un gobierno muy competente y dinamizador.  Sin perder tiempo, el equipo de gobierno se puso a trabajar para tratar de sacar al país del colapso.

Entre grandes paquetes de medidas que tenían como objetivo la creación de empleo y la generación de confianza por parte de los mercados, se encontraban leyes y decretos hechos a medida del nuevo presidente.

Ronnie se vio con el poder suficiente como para, además de tratar de solucionar los problemas económicos del país, crear un estado de ensueño donde el rock and roll sería el faro que alumbraría el camino del mismo.

Su primera medida polémica fue un decreto ley a través del cual obligaba a todos los miembros del parlamento a hacerse un determinado peinado: las mujeres debían de copiar el estilo Kate Pierson (B’52) y los hombres el de Elvis Presley.  Otra medida no exenta de cierta controversia fue, la ley aprobada inmediatamente después de la primera, la cual obligaba a cantar antes de comenzar las clases en los colegios públicos “Roll over Beethoven” de Chuck Berry, “Jumping Jack Flash” de los Rolling Stones  o “Revolution” de los Beatles según si la luna del día anterior hubiera sido cuarto creciente, luna llena o cuarto menguante. Se sustituyó la biblia de los juramentos de los juzgados por el “Please Kill Me” y las sirenas de la policía reproducían “Tutti Frutti” de Little Richard.

A pesar de estas medidas ciertamente estrafalarias el país parecía estar en la senda de la recuperación por lo que la ciudadanía continuaba apoyando ciegamente al nuevo presidente. Ronnie se encontraba de maravilla. El mundo le sonreía, las chicas lo adoraban y el rock le debía una. Tan crecido se encontraba nuestro héroe que creó un programa de televisión presentado por él mismo en el que trataba la actualidad cultural en general y del rock and roll en particular sin dejar títere con cabeza. Por supuesto.

Todo parecía ser parte de un magnífico sueño pero lo que “El Presidente” no podía ni imaginar es que una conspiración popero masónica se estaba conjurando contra él en la 23ª convención pop de Benicassim. Este encuentro  se realizaba anualmente desde la publicación del álbum “Descanso Dominical” de Mecano con el objetivo de preservar la salud del Pop y de analizar sus posibilidades de expansión,  poniendo en contacto a artistas, productores, editoriales y distribuidores. Desde la subida al poder de Ronnie el sector veía peligrar su supremacía y debía mover ficha.

Con la ayuda del colectivo pijo mundial los poperos de El Hoyo consiguieron arrebatarle el poder al D.I.O y dar un giro radical a la dirección tomada por el país; los ministros debía de llevar jerséis rosas atados al cuello, los chavales debían de recitar de memoria “La Fuerza del Destino” de Mecano para pasar a Bachillerato y tanto la televisón como la radio se vieron inundadas de programas pomada pop.

¡La madre que te parió Ronnie! ¡la que has liado!

OJO POR OJO:

 

Tras una vida dedicada única y exclusivamente a sí mismo, al desenfreno, a la lujuria, a las drogas  y al disfrute personal en general, en la que no consideró al prójimo lo más mínimo,  Ronnie, decidió que no podía abandonar este mundo sin realizar una buena acción. Una buena obra  que le redimiera de sus pecados. En un acto de generosidad sin precedentes en su vida, resolvió, una vez falleciera, donar todos sus órganos a la ciencia.  De este modo creía compensar de alguna manera todos los hechos cargados de egoísmo que habían inundado su vida y así irse al otro barrio tranquilo y despreocupado. ¡Siempre igual Ronnie!

El cardenal Ángelo Benedetti  era profesor de antropología teológica en el instituto Juan Pablo II de Roma (Ciudad del Vaticano). Su vida estaba completamente dedicada a dar a conocer el plan de Dios sobre el matrimonio y la familia y su proyección en la vida y la sociedad. Pero fue en el año 1999 cuando se le diagnosticó una grave enfermedad ocular que poco a poco lo precipitaría a la invidencia total, lo cual, mermó notablemente sus funciones dentro del instituto. Los médicos consultados por Benedetti no creían que su problema tuviese solución, así que la resignación parecía ser la única salida.

Un buen día Benedetti escuchó en un programa de radio matinal que en la universidad de la ciudad de El Hoyo se estaban realizando trasplantes completos de ojos con gran éxito. Sin dudarlo un segundo se puso en contacto con el dr. Dowab, director de dicha universidad, y viajó lo antes posible a aquella desconocida ciudad para ser intervenido. Un atisbo de esperanza parecía asomarse en la vida del cardenal. Si todo salía bien pronto podría llevar una vida normal y volver a dar clase, y si no era así, ya no había nada que perder. La operación duró cuatro horas y media siendo los resultados inmejorables según el equipo técnico del hospital. Durante varias semanas Benedetti no pudo comprobar el éxito de la operación a causa de los vendajes que debía de llevar, pero pronto podría verificarlo. Y así fue.

Sor Socorro quitaba con gran cuidado el apósito cuando la cara del cardenal se iluminó. Un rayo de luz se colaba tras el vendaje evidenciando que todo había salido bien. Benedetti lloró durante horas de la emoción y no se cansó de dar gracias a Dios y al dr. Dowab por haberles devuelto la vista.

Todo parecía trascurrir de un modo normal de nuevo. El cardenal recuperó el 100% de su visión y, en cuanto le fue posible,  retomó las clases en el instituto Juan Pablo II.

Una mañana de abril, durante una de sus clases, dos meses después de la intervención, Benedetti percibió algo extraño. Unas pequeñas amebas de colores irrumpieron en su campo de visión durante unos segundos. El cardenal atribuyó a un efecto óptico dicha percepción sin darle más importancia, pero cada vez estas alucinaciones fueron más habituales y exageradas. Por momentos parecía estar inmerso en una especie de noria caleidoscópica sin fin y sus pensamientos parecían estar dirigidos por el mismísimo Satanás. En alguna de sus clases creyó ver orgías homosexuales así como furcias del diablo tentándole con armas lascivas. Por las noches los sonidos de la calle se tornaban en una especie de música ensordecedora llamada rock and roll. El frenazo de un coche se convertía en una ola eléctrica a lo Dick Dale, el bullicio de la calle se convertía poco a poco en el soul de Solomon Burke y sus plegarias y suplicas al señor, sin saber cómo, sonaban a los Cramps.

“Si no te gusta lo que ves arráncate los ojos” recordó Benedetti. ¡Ahí estaba el principio de sus males! Aquellos ojos debían de haber pertenecido a un ser diabólico cuya vida de pecado había dejado en sus órganos restos del exceso  que ahora el cardenal estaba pagando. Eso debía hacer Benedetti, arrancarse los ojos. Y así lo hizo. En un momento de lisergia incontrolada hundió un cúter bajo las cuencas y extirpó el mal que se había instalado en él provocando que la sangre no dejara de emanar a borbotones desangrándose hasta la muerte.

¡Ronnie! ¡no haces el bien ni queriendo!

RONNIE BATORS, STEVE TANGUITO:

 

Fue un día de octubre de 1968 cuando Ronnie recibió el primer premio en el 5º certamen de poesía simbolista de El Hoyo. Él no se había tomado en serio sus escritos hasta ese momento pero aquello cambió  muy pronto.  Tras haber recibido aquel galardón sintió que ese podría llegar a ser su camino, lo que hizo que se decidiera a inmiscuirse de lleno  en aquel mundo que tanto le apasionaba, y a entregar su vida al mismo. Durante los cuatro años posteriores Ronnie recibió aquel premio, convirtiéndose en el primer gran poeta del certamen. En realidad tampoco era muy difícil que esto sucediera ya que la pasión por la poesía en la ciudad era más bien escasa y por el movimiento simbolista en particular, nula. Únicamente un grupo de extraños individuos que frecuentaban el local “Venus in Fuzz” compartían el gusto por este género literario y por ese movimiento en concreto.

Además de en la poesía nuestro protagonista también estaba muy interesado en la música, en el arte y la cocina.  Ronnie era un humanista en potencia; tanto preparaba una ensalada Waldorf  acompañada con unos tacos de pollo,  como escribía una desgarradora poesía,  tanto creaba una pieza escultórica como componía una emocionante melodía… o eso parecía.

Al mismo tiempo que su carrera literaria “despegaba” dentro del underground, su carrera musical seguía un camino similar debido a la publicación de varios singles en una pequeña pero conocida compañía discográfica: Grabaciones Desastre. Su carrera como chef desgraciadamente no siguió la misma suerte. La verdad es que en este campo su estilo tan “particular” no acabó de causar sensación ni dentro ni fuera de El Hoyo, ni dentro ni fuera de su casa, ni dentro ni fuera de ningún sitio. Simplemente su cocina era la obra de un auténtico loco con muy poco apego por la vida.

La vida de Ronnie se desarrollaba en un entorno convulso políticamente hablando. Los militares tenían el poder y dirigían con mano de hierro el país. Se trataba de una época sombría y gris dónde la represión era la reina de todas las fiestas y la censura dominaba el baile, sin miedo a nada y con paso firme.  Su obra, tanto poética como musical  no era especialmente transgresora, o al menos a simple vista no lo parecía, pero su carácter arrogante, su estilo de vida desordenado, su misteriosa sexualidad  y sus reacciones hilarantes crearon de sí mismo un personaje de leyenda en un breve periodo de tiempo. Esto, como no es de extrañar en un mundo opresivo y represivo como en el que él vivía, en infinidad de ocasiones provocó que tuviera graves problemas con la justicia, con su familia y con la vida en general.

El primer encontronazo grave con la justicia lo sufrió cuando un antiguo compañero en uno de los grupos musicales en los que había militado, cargado de envidia y odio, decidió denunciarlo a las autoridades alegando que las letras de sus canciones contenían mensajes pornográficos, textos masones y extraños hechizos, los cuales, al leerlos personas menores de edad, provocaban que estos se convirtieran a la homosexualidad… ¡esa terrible enfermedad!

Pronto Ronnie fue detenido, maltratado y vejado y, aunque fue puesto en libertad sin cargos, tras aquella denuncia su figura y su obra se convirtieron en el punto de mira de las autoridades y del sector más puritano de la sociedad de El Hoyo.  Esto, además de causarle infinidad de agravios personales, también provocó que el número de ventas de toda su obra no cesara de crecer.  Era extraño el mes que no saliera reflejada en la prensa  una noticia sobre su persona: que si al hijo de alguien le habían salido pelos en las manos tras leer uno de sus libros, que si tras escuchar una de sus canciones un chico ejemplar se había suicidado, que si se le solía ver en los alrededores del matadero bebiendo sangre, que si consumía gran cantidad de extrañas drogas exóticas, que si se producía un cortocircuito al acabarse la cara de uno de sus singles, que si pronunciabas al revés el titulo de una de sus canciones al mismo tiempo que escuchabas otro disco el autor de este fallecía…

En un primer momento todo aquello no parecía importarle demasiado a Ronnie, de hecho, le encantaba escuchar enfermos rumores sobre su persona pues pensaba que era un material estupendo sobre el que escribir poesías y canciones. Todo parecía indicar que se convertiría en una leyenda de su tiempo, en un icono para su generación y él estaba encantado con todo aquello. Pronto llegaría a ser una figura inmortal a través de su obra.  Pero todo aquello se tornó insostenible.

Sus padres no encajaban demasiado bien toda aquella situación llegando a creer que su hijo realmente padecía algún tipo de trastorno y, aconsejados por un doctor amigo de la familia, el doctor Mobious, ingresaron a Ronnie en el hospital militar General Molón.  Allí recibió todo tipo de innovadores tratamientos contra la homosexualidad (descargas eléctricas en los genitales, proyecciones de películas pornográficas heterosexuales  cada seis horas…), contra su adicción a las drogas, contra su gusto por la nueva música juvenil (audiciones de Thaikowski, Mozart o Bethoven)… un hospital  de vanguardia, vamos.

Después de tres semanas de haber ingresado en la clínica y tras comprobar que Ronnie seguía escribiendo extrañas poesías y cantando delirantes sonatas los médicos decidieron que los métodos de curación debían de ser más agresivos, más arriesgados.

Durante dos meses Ronnie recibió todo tipo de delirantes tratamientos que le provocaron daños físicos y síquicos irreparables. El sufrimiento y la agonía hicieron mella en nuestro protagonista, derrumbándose impotente ante lo que se había convertido en una mísera vida.

Fue un catorce de noviembre cuando decidió poner punto final a aquello. Debía de escapar del hospital a toda costa.

Hacía una noche lluviosa en El Hoyo y el hospital se encontraba en relativa calma. Aprovechando un descuido de las enfermeras y celadores consiguió salir del edificio, y sin muchos problemas, del recinto. Pronto empezaría una nueva vida con un nuevo nombre, lejos de la fama y del éxito. Se centraría en la cocina, montaría un restaurante y no volvería a pisar un escenario ni a publicar un libro. El éxito no lo era todo, pensó. Pero cuando se disponía a cruzar la avenida principal de la ciudad un taxista lo arrolló falleciendo en el acto.

La noticia de su muerte causó gran conmoción en toda una generación. Se especuló muchísimo sobre las causas de su muerte pero la idea que más caló en la juventud es que el gobierno represor estaba detrás de todo aquello. Se grabaron infinidad de películas y documentales sobre la figura de Ronnie y años después, con el cambio de régimen en el Hoyo se le llegó a poner su nombre a la avenida principal reconociendo así la importancia de de su trabajo y mostrando el orgullo que los habitantes de la ciudad sentían por su compatriota.

¡Ya no hay marcha atrás Ronnie! Ya te has convertido en una figura inmortal ¡y todo gracias a un taxista!

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